Hoy me siento una vez más ante una hoja en blanco con una mezcla de sentimientos: rabia, impotencia…, pero sobre todo indignación. Pero no indignación por lo que ha sucedido eso, por desgracia, era algo previsible y, que nadie se llame a engaño, que volverá a ocurrir. Lo que me ha indignado ha sido la mayor parte de lo que se está viendo y escuchando desde el mismo momento del ataque del martes.
Como siempre, mensajes de condolencia, de repulsa, manifiestos, concentraciones, minutos de silencio… pero ¿puede alguien explicar a qué nos lleva eso? ¿Qué aporta todo eso para solucionar el problema?
Lo acontecido en Bruselas no ha sido una sorpresa, o no debería haberlo sido. Hace ya tiempo que, tanto quien suscribe como otros analistas de mayor fuste y capacidad, defendemos la tesis de que no estamos ante un fenómeno terrorista, sino que lo que afrontamos es una guerra…
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