El naufragio y muerte, en los últimos meses, de más de dos mil personas en las costas de Libia uniéndose a otros cientos también desaparecidos en el mar –son continuos los desastres– parecía haber despertado la conciencia de Europa y que se iban a tomar medidas serias para intentar solventar este gravísimo problema que nos acucia; especialmente a las naciones más cercanas de la frontera sur de Europa como Italia y España, ésta última en menor medida, pero también.
No dudo de que las diplomacias trabajan y que se barajan acciones de urgencia como, por ejemplo, la última propuesta – fracasada- conjunta de Italia y España para hundir los buques antes de partir de sus puertos de origen; sin embargo, transcurridas apenas unas semanas desde las últimas tragedias, el asunto parece haber pasado ya a un segundo plano y, hoy, apenas se encuentran referencias a lo acaecido en aguas mediterráneas…
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